Relato: Arenas sangrientas


Relato inspirado en la historia de Starcraft:


Este es el relato de mi pesadilla y de mi final. Mi nombre es Galter Jolen. Transcurría un rutinario día para un sencillo piloto de erebrion como yo en un campamento militar del Dominio.
El servicio militar, sumado al calor infernal del jodido planeta desértico Mar Sara, podían convertir la estancia allí en una auténtica tortura.


Muchas noches me iba con mis compañeros a una ciudad minera cercana para pasarlo bien. Ellos bebían e intentaban ligar con chicas, mientras que yo, a pesar de las sugerencias de mis amigos, me mantuve fiel a Elesi. Mi bella Elesi… Cuántas veces soñé con estar a tu lado. Perdóname, amor mío, pero de haber sabido cómo acabaría todo, habría desertado para volver a ver tu cara o para morir intentándolo. O tal vez me abría encamado con la descarada camarera del bar de Elkins, con su sonrisa traviesa, el encantador lunar de su pómulo y su perfectamente redondeado culo.
Un día fui con mi equipo a cumplir con una de las rutinarias expediciones en mi erebrion. Cuando estábamos fuera de la vista del capitán, competíamos en una carrera hasta nuestro destino. Joder… Tal vez si hubiéramos estado atentos a nuestro trabajo…
Tras el último viajecito, nos reunimos como cada día en los barracones a la hora de comer. Todo pasaba con la habitual normalidad, hasta que el suelo empezó a temblar ligeramente. Supusimos que se trataba de un jodido terremoto, pero nunca había terremotos en Mar Sara. Empezamos a alarmarnos. El temblor del suelo aumentaba poco a poco su intensidad. Me cago en la puta… Nunca debimos ir sin nuestras armas a ninguna parte.
De repente una parte del maldito suelo empezó a resquebrajarse.
­­–¡ZERG, SON PUTOS ZERG! –gritó alguien.
Muchos iniciaron su huída, cuando una jodida cucaracha zerg emergió del suelo con uno de sus horribles rugidos. Coño, los malditos persecutores se crearon especialmente para pulverizar el increíblemente resistente caparazón de esas cosas. ¿Dónde estaban esos enormes cabrones de neoacero cuando se les necesitaba de verdad? Uno de esos insectos excavadores abrió un maldito túnel para el enjambre aparentemente infinito de zerglings que empezó a emerger tras él, destrozando a todo el que encontraban en su camino. ¿Por qué ahora? Los zerg no habían vuelto a atacar desde hacía unos cuatro años.
Indefenso, intenté salir de allí. Lo único que había en mi mente era hacerme con mi arma. Oía el sonido de los cuerpos al ser acuchillados y destrozados y los horribles alaridos de las víctimas. Cuando estuve a punto de salir de aquel infierno, algo me alcanzó en la espalda, me desplomé con un alarido y me desmayé.
Cuando desperté no quedaba un solo soldado en pie. Mierda, todos estaban muertos, a excepción de algunos moribundos como yo. Había pedazos de mis compañeros y sangre por todas partes. Yo mismo estaba sobre un jodido charco de sangre, aunque no supe si era mía sólo mía o si se había combinado con la de los demás. Esos putos alienígenas estaban devorándolos a todos. Arrancaban la carne de los huesos y se peleaban por los pedazos. No parecían hacerles el menor caso a los moribundos, así que pensé que debía moverme o acabaría en el estómago de esos cabrones.
Fue difícil. No estaba en condiciones de dar mucha señal de vida. Además no sentía mis malditas pernas. Probablemente me seccionaran la columna vertebral, o me partieran en dos directamente. No me atreví  mirarme el maldito culo por lo que pudiera ver. Intenté hacer algún movimiento.
Habría sido mejor hacerme el muerto. De pronto vi a un jodido infestador acercarse a uno de los moribundos, abrió su enorme boca y, ¡engulló entero al indefenso infeliz! Por aquello, decidí hacerme el muerto, pero, cuando me di cuenta, tenía encima a otra asquerosa oruga de esas. Vi horrorizado cómo abría su boca. Intenté defenderme. No tenía fuerzas para nada. Contemplé cómo la viscosidad de su puto y oscuro estómago me envolvía. Poco después, todo se apagó.
¡Y volví a despertar! Cuando abrí los ojos, podía ver algo, y estaba envuelto en alguna sustancia verdosa. Supuse que seguía en las entrañas del infestador.
Noté que tanto mis fuerzas como mis piernas habían vuelto. Me abrí paso rompiendo una especie de cascarón y vi que me encontraba en algún tipo de caverna. Salí de alguna especie de capullo, y había más capullos como ese a mi alrededor. ¿Qué coño estaba pasando? ¿Era así como los infestadores cagaban a los que devoraban? ¿Salí por el puto culo de esa cosa?
Me acerqué a otro de esos capullos para comprobar si había alguien dentro, y vi que de mi jodida mano salían tentáculos. Examiné mi cuerpo al completo.
Estaba lleno de tentáculos. Mi puto careto se había convertido en un maldito pulpo! Entonces empecé a oír una voz en mi cabeza, que me ordenaba que me moviera. Mis pensamientos aún me pertenecían, pero no mi cuerpo, que se movía contra mi voluntad. Me reuní con un gran grupo de engendros como yo. Le pregunté a uno de ellos qué estaba pasando. Lo único que supo decirme era que estábamos infectados. Dialogué con él intentando encontrar una forma de escapar, hasta que la voz de nuestras cabezas volvió y nos envió con un gran grupo de zerg. Estaba claro: Esos monstruos iban a atacar a mi gente, y no con ellos.
La voz nos puso en marcha en dirección a alguna base  del Dominio. Intenté con todas mis fuerzas recuperar el control de mi cuerpo, pero fue inútil. Contemplé impotente cómo me dirigía como un kamikace hacia los soldados que defendían el lugar.
Y ahí acabó todo.

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